(Foto: Essaouira, Marruecos. Verónica 2013)
No te quiero,
te amo;
mi tierra lame tus raíces
y es el agua
que suaviza unas piedras
ya tersas
de tanto amar
No te quiero,
te amo;
en tu bosque me siento
por fin sola,
y me siento a solas
para respirarte libre
con cada bocanada de verde
que saboreo sólo
con mirarte.
No te quiero,
te amo,
porque el amor
es la raíz de todos
los árboles que te habitan,
de todos los lugares
conquistados por tu tierra húmeda,
por tu limo fértil
No te quiero,
te amo;
a cada paso que doy
por la senda de tu arboleda,
hundo más
el peso de mi alma
en el manto de tu origen.
No te quiero,
te amo,
y veo en tus ojos,
lagos profundos de lo que aceptas,
el reflejo de lo que ya no somete,
nunca más mientras
sigamos nadando
en el estanque de la libertad.
No te quiero,
te amo;
hay una fuente, entre
tu hojarasca,
de amor fresco y mineral
a la que voy a beber
siempre que no lo necesito,
cuando no tengo sed, ni miedo,
porque te amo,
no te quiero.
Y porque no te quiero
puedo amarte.