los versados

Amiga olvidada

     puerta verde con sombra de rama

(Foto: la sombra de la primavera. Verónica, frente a la puerta, 2015)

Muerte,

te he escrito últimamente y

he fingido hacerlo sin dolerme,

pero tras los versos destinados

a tristezas ajenas, se ocultaba

el deseo de hablarte a los ojos,

aunque los tengas siempre cerrados.

Muerte,

dicen que hablar de ti da vida,

esos días que a veces amanecen

con un sol hueco de cielo encapotado.

Haces correr lágrimas y corren los niños,

alimentas las unas y te llevas a los otros,

y sigue, todo sigue y cambia; cambias todo.

Muerte,

quisiera mirarte serena aun sin verte

y vivir pisando con la firmeza

de la que imprime su huella

sin aspirar a horadar el suelo,

sino con la ligereza de lo fugaz

como único equipaje de mano.

Muerte,

ven cuando tengas que hacerlo,

entonces seguiré sin conocerte,

pero espero haber entendido

que formas parte de la historia,

que hay porqués sin respuesta

y que el cómo es lo que importa.

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Cala en ti (a los que parten en los que se quedan)

(Foto: silla vacía. Verónica, Marruecos 2013)

Cala en ti

Pasó algo que debería haberlo cambiado todo,

pero ocurrió y el mundo no se vino abajo.

El sol volvió a salir, las noticias siguieron hablando de corrupción

y nada ni nadie transformó su día a día.

 

Los recuerdos se empeñaron en ir llenando el hueco de esa hecatombe

que debió haber modificado el curso de los planetas.

Llegaron todas las noches del mundo de sopetón,

sin pausa, sin ocasos ni amaneceres, sin noticias monótonas.

 

Se produjo un estallido trepidante y ocurrió entonces.

Ya no era el mismo;

la ausencia de la que había partido lo había transformado todo.

 

Pero él no supo, hasta ese instante,

cómo era convivir con el espacio en blanco

que se abrió tras el paréntesis de esa existencia.

 

Cambia, todo cambia;

cambia el color del suelo cuando ella no lo recorre,

pero así, su huella imborrable

entra a formar parte de una realidad

que sólo su pisada podía transformar.

 

Sí, definitivamente, el mundo entero se modificó

cuando ella ya no lo observaba.

 

Y llegó la paz, la tranquilidad de la coherencia

entonada por la armonía de la realidad con los sentimientos.

 

Él siguió dando un paso tras otro,

pero ya sin la carga de lo inverosímil.

 

La muerte había visitado su casa

para traerle la memoria eterna de una vida

que lo había convertido en otra persona.

Ya para siempre.

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Poemillas excusados

 

 

(Foto: Camping de Savona, Italia. Verónica 2013 )

Miss Piss

 Siempre sale líquida,

con su vestido holgado,

amarillo chillón,

como el grito

que dio su madre

la primera vez

que Miss Piss se

expresó libremente.

«Mother —dijo Miss Piss—,

I feel like flowing», y fluyó.

 

El viento

 Préstame tus oídos ahora,

sin demora, dame tu olfato,

o me mato.

Es tanta mi premura,

tan suave la tersura

con la que he de huir

que, por detrás,

soplaré

y soplaré

y la angustia liberaré.

 

Camino abismal

 Me mueve una fuerza irresistible,

una excavadora invisible

me abre el camino

al oscuro abismo sin fin.

Caigo sin remedio,

con más duda que miedo,

por una garganta negra

que escupe pero no saborea.

Ojalá pudiera quedarme,

mas algo me empuja a largarme,

aunque no atino a saber qué.

Caeré a un mar de dudas,

intuyo que más blanda que dura,

y emprenderé un viaje incierto,

pasado por agua,

antes de llegar al desierto.

Cuarteto de baño

En él entro sin más y ya me siento

con la vista al frente y sin un futuro,

pues es tan vacuo el sentir y no duro

ni un segundo en poner el cimiento.

 Escato-lógica aplastante

—Me cago.

—Pues yo también me lo hago.

—¿Qué hacemos?

—Corre, ve primero.

—No, tú antes.

—Mejor tú delante.

—¿Nos lo jugamos?

—Oye, que me cago.

—¿A piedra, papel o tijera?

—Ya asoma la cabeza.

—Piedra.

—Papel.

—Has ganado.

—No, que vayas a por el papel, que ya me he cagado.

 

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Pessoando en ti

(Foto: Essaouira, Marruecos. Verónica 2013)

 

No te quiero,

te amo;

mi tierra lame tus raíces

y es el agua

que suaviza unas piedras

ya tersas

de tanto amar

 

No te quiero,

te amo;

en tu bosque me siento

por fin sola,

y me siento a solas

para respirarte libre

con cada bocanada de verde

que saboreo sólo

con mirarte.

 

No te quiero,

te amo,

porque el amor

es la raíz de todos

los árboles que te habitan,

de todos los lugares

conquistados por tu tierra húmeda,

por tu limo fértil

 

No te quiero,

te amo;

a cada paso que doy

por la senda de tu arboleda,

hundo más

el peso de mi alma

en el manto de tu origen.

 

 

No te quiero,

te amo,

y veo en tus ojos,

lagos profundos de lo que aceptas,

el reflejo de lo que ya no somete,

nunca más mientras

sigamos nadando

en el estanque de la libertad.

 

No te quiero,

te amo;

hay una fuente, entre

tu hojarasca,

de amor fresco y mineral

a la que voy a beber

siempre que no lo necesito,

cuando no tengo sed, ni miedo,

porque te amo,

no te quiero.

Y porque no te quiero

puedo amarte.

 

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