(Foto: la sombra de la primavera. Verónica, frente a la puerta, 2015)
Muerte,
te he escrito últimamente y
he fingido hacerlo sin dolerme,
pero tras los versos destinados
a tristezas ajenas, se ocultaba
el deseo de hablarte a los ojos,
aunque los tengas siempre cerrados.
Muerte,
dicen que hablar de ti da vida,
esos días que a veces amanecen
con un sol hueco de cielo encapotado.
Haces correr lágrimas y corren los niños,
alimentas las unas y te llevas a los otros,
y sigue, todo sigue y cambia; cambias todo.
Muerte,
quisiera mirarte serena aun sin verte
y vivir pisando con la firmeza
de la que imprime su huella
sin aspirar a horadar el suelo,
sino con la ligereza de lo fugaz
como único equipaje de mano.
Muerte,
ven cuando tengas que hacerlo,
entonces seguiré sin conocerte,
pero espero haber entendido
que formas parte de la historia,
que hay porqués sin respuesta
y que el cómo es lo que importa.